
Pensar es la capacidad intelectual
que diferencia al hombre del resto
de los seres vivos. Es un juicio cierto,
no cabe duda, basta recordar la actitud
feroz de los animales en la jungla. ¿Es que
acaso ellos se detienen a pensar, si ataco
a este cazador corro riesgo de morir? La
respuesta obvia es no, porque no están
capacitados para la construcción de pensamientos.
El pensamiento es el resultado de un
conjunto de operaciones mentales como
la observación, la clasificación, el razonamiento;
operaciones que todos estamos
facultados de realizar, salvo casos de la
existencia de una patología. Lamentablemente
en nuestro medio, a esta función
de pensar no se le concede la importancia
que realmente tiene porque no estamos
estimulando a niños y jóvenes para que
la desarrollen. Como resultado vemos
pocos estudiantes que pueden realizar
sus deberes por sí mismos y por su propio
entendimiento, en tanto que una gran
mayoría busca, no una aclaración, sino un
modelo del que puedan copiar.
En consecuencia, crece un grupo de
seres inseguros, gracias al “no puedo”,
que se resisten a pensar. Esto definitivamente
afectará sus vidas puesto que se
sentirán inferiores frente a quienes desarrollaron
su pensamiento y por lo tanto su
personalidad. Solo los que llegan a ejercer
la capacidad de realizar operaciones
del pensar ordenadamente, para luego
expresarlas como pensamientos claros y
oportunos, estarán desarrollando y manifestando
una personalidad equilibrada
que los elevará como personas, porque
aportan positivamente.
Reconociendo la existencia en nuestro
medio de un conglomerado de alumnos
con tendencia a la pereza de pensar debido
a una falta de aplicación de sencillos y
adecuados ejercicios fundamentados en el
razonamiento, los valores, la construcción
de relaciones y la búsqueda de soluciones,
es imprescindible la práctica permanente
del desarrollo del pensamiento. Principalmente
en los primeros años de educación
básica, a fin de sentar bases que formen
individuos pensantes y futuros seres humanos
independientes, solidarios y seguros,
capaces de continuar con similar tarea
a través de sus actividades diarias.
Por lo manifestado, todos quienes nos
preparamos diariamente para impartir el
sistema de enseñanza-aprendizaje debemos
incluir ejercicios que favorezcan el
desarrollo del pensamiento en nuestros
niños y jóvenes; solo así estaremos apoyando
su aprendizaje, el desarrollo de su
personalidad en beneficio propio y del
grupo social en el que se desenvuelven y,
además, facilitando nuestro empeño de enseñar,
porque podrán receptarlo con mayor
facilidad. Caso contrario, continuaremos
en nuestro asombro cuando preguntamos
algo y por respuesta tenemos un tema,
nada relacionado, porque sus mentes están
dormidas y su máximo trabajo es repetir.
Con tal finalidad sugiero iniciar la
jornada diaria con una de las siguientes
actividades alternativas:
-Leer un cuento, una noticia u otros
para que nos lo cuenten y describan una
escena con sus propias palabras.
-Solicitar tres semejanzas y tres diferencias
entre dos artículos.
-Preguntar cuál es el sueño más divertido
que han tenido.
-Preguntar qué es ser feliz, cómo están, u otras preguntas semejantes.
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